LA VERDAD

Este sitio es acerca la teología reformada tal como fue enseñada por los grandes e influyentes reformadores del siglo 16. El trabajo de ellos cambió la forma de ver el Cristianismo en términos de teología y liturgia. Fueron ellos que viendo la corrupción en la existente iglesia Católica desearon reformarla de acuerdo a Escritura, trayendo consigo la mas grande revolución religiosa y social que la historia de la iglesia haya sido testigo. Su legado sigue hoy en este siglo, y su influencia cambió Europa y dio nacimiento a los Estados Unidos de América.

lunes, mayo 30, 2022

"IGLESIA Y PAIS": SERMON PATRIOTICO E HISTORICO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERICA.

 



INTRODUCCION

Este sermón es muy importante pues el ministro hace un recuento de la historia cristiana de los Estados Unidos de una forma única proveyendo información que no se encuentra fácilmente, y además combina con habilidad la fe cristiana del pueblo de Estados Unidos con su sentido de patriotismo y amor a esta nación. Es muy importante y puntual en hacer la diferencia que nuestro cristianismo no viene de España ni de Roma, pero de los protestantes de la iglesia de Inglaterra. Es un extracto de todo el sermon, publico solo lo que considero lo más relevante en historia de esta nación:

Como Obispo de una Iglesia cuya historia corre paralela a la de nuestro país; cuyos sacerdotes, primero de todos los ministros de religión, celebraron los servicios y administraron los sacramentos de la Santa Iglesia [anglicana] en la lengua de nuestros padres ingleses en las costas del Atlántico y el Pacífico; cuyos obispos, clérigos y miembros fueron los principales en el trabajo de colonización; cuyos “misioneros” contaron entre sus nombres más destacados los de Francis Fletcher (1555-1619), el primer sacerdote [anglicano] que ofició en el suelo de California, Richard Seymour [1600] el primer sacerdote [anglicano] de Nueva Inglaterra, Robert Hunt [anglicano, 1568-1608], el primer sacerdote de Virginia; y más tarde las de Whitefield, el gran evangelista; las de Wesley, John y Charles, el predicador y poeta del metodismo, cada uno trabajando por Cristo y su Iglesia en Georgia; y Thomas Thompson de New Jersey el primer misionero de este país a África; e innumerables otros de ideas afines; quien también fue el primer converso a Cristo en el Santo Bautismo de los aborígenes en la colonia desafortunada de Raleigh en Roanoke en 1587; cuya iglesia con techo de cruz construida en Fort St. George en 1607 fue el primer lugar de culto cristiano erigido en la costa que se extiende desde Maine hasta Georgia, trece años antes de que los puritanos desembarcaran en Plymouth; cuyos miembros y ministros fundaron la primera Universidad Americana [1618], la de Henrico, Virginia, y la primera escuela pública libre, en Charles City en la misma colonia; cuyos miembros bautizados proporcionaron las dos terceras partes de los firmantes de la Declaración de Independencia y la mayoría de los redactores de la Constitución federal; que nos dio nuestro Washington y el más distinguido de los patriotas que, en los salones del Congreso o en el campo de batalla, ganaron para nosotros nuestra independencia; no puedo dejar de llamar la atención del clero y los laicos sobre la importancia de inculcar en tiempos apropiados y bajo circunstancias apropiadas el deber cristiano del patriotismo.

En la coyuntura actual de los asuntos nacionales, debemos recordar que, como ciudadanos de los Estados Unidos de América, debemos el primer descubrimiento y asentamiento de nuestro país, nuestra propia nacionalidad -no a Colón, o a España o Roma- sino a Cabot e Inglaterra, y a la Iglesia de Inglaterra. La estrecha conexión de la Iglesia de Inglaterra con nuestra colonización y desarrollo se establece ahora como un hecho histórico. La lucha por la posesión del imperio del mundo occidental se libró desde el principio entre las comuniones anglicana y romana. A través de la bula papal que impuso al Nuevo Mundo a España para que lo mantuviera como feudo de la Sede Romana; la Iglesia [anglicana], la Corona, la Mancomunidad de Inglaterra no reconocieron paz con España más allá de la línea, la línea de demarcación más allá de la cual España iba a tener dominio absoluto e indiscutible. Las comuniones rivales, la anglicana y la romana, tuvieron éxito en asegurar una parte del Nuevo Mundo, pero el territorio que ocupamos como nación fue reclamado y plantado por Inglaterra, y no por España o Francia.

Podemos agradecer a Dios que nuestra nacionalidad se basó así en la Carta Magna, en la Constitución inglesa, en el derecho consuetudinario inglés, en la Biblia inglesa y en el Libro de oración común inglés.

México y las repúblicas latinas de los estados sudamericanos pueden fechar su origen y su fe en España y Roma. [Pero nosotros] Somos hijos de sementales anglosajones. Nuestros padres en la Revolución [americana] lucharon por sus derechos como ingleses nacidos libres, derechos que no habrían sido nuestros por herencia o posesión si la madre tierra de Inglaterra no hubiera resistido con éxito los intentos españoles de monopolizar el mundo occidental, y la madre Iglesia de Inglaterra envió al sacerdote con su pueblo y suministró la palabra de Dios y la oración de la Iglesia dondequiera que iban sus hijos bautizados. Cierto es que en una tierra como la nuestra ningún establecimiento estatal de religión es practicable o deseable, pero aun así el hecho de que nuestra comunión es la única que se menciona como la Iglesia Americana; y que nosotros solos, en razón de nuestra ocupación de todas las secciones de nuestro amado país; por nuestra conexión histórica con el pasado de la Nación; por la estrecha similitud de nuestra constitución eclesiástica general con la que nuestros padres, tanto eclesiásticos como patriotas, establecido para la tierra; y por nuestro reconocimiento, en oraciones y oficios desde el principio, de "los poderes fácticos" como "ordenados por Dios", muestra que cada día somos más y más dignos de nuestro reclamo de ser llamados la Iglesia Americana, y ser en verdad la Iglesia Católica Americana.

En vista del deber tan especialmente nuestro de reconocer la autoridad bajo la cual vivimos, quisiera exhortar a mis reverendos hermanos del clero, y también a los laicos, el deber de procurar estar en contacto con todo lo nacional y patriótico. Con mucho gusto vería sobre todas las iglesias de Iowa, bajo la cruz, la bandera de la república flotando en una aguja o torre, hablando de nuestro amor por la patria como la cruz levantada habla de nuestro reconocimiento agradecido del emblema de nuestra salvación. Nosotros, como eclesiásticos, no deberíamos estar ni un ápice por detrás en nuestro patriotismo; enseñando sus lecciones en nuestras Escuelas Dominicales, desde nuestros púlpitos, en nuestro discurso cotidiano.

Trad e introducción de Caesar Arevalo

REFERENCIA

Este discurso fue dado por un obispo de la Iglesia Episcopal Protestante, William Stevens Perry (1832-1898), el 19 de mayo de 1891.

Sermon “Iglesia y País” 1891- https://wallbuilders.com/sermon-church-country-1891/

 

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