LA VERDAD

Este sitio es acerca la teología reformada tal como fue enseñada por los grandes e influyentes reformadores del siglo 16. El trabajo de ellos cambió la forma de ver el Cristianismo en términos de teología y liturgia. Fueron ellos que viendo la corrupción en la existente iglesia Católica desearon reformarla de acuerdo a Escritura, trayendo consigo la mas grande revolución religiosa y social que la historia de la iglesia haya sido testigo. Su legado sigue hoy en este siglo, y su influencia cambió Europa y dio nacimiento a los Estados Unidos de América.

lunes, abril 12, 2021

EL BAUTISMO EN LA SEGUNDA CONFESIÓN HELVETICA

 


INTRODUCCIÓN

La Segunda confesión Helvética resumió la teología en desarrollo de las iglesias reformadas de Suiza en los años posteriores a la Reforma. Es claramente un documento protestante, que no solo aleja a las iglesias reformadas suizas del catolicismo romano, sino que también expresa muchos de los puntos emergentes de énfasis en el protestantismo. Fue escrito por Heinrich Bullinger, un pastor suizo que emergió como un destacado teólogo reformado después de la muerte de Ulrich Zwingli, quien había sido uno de los líderes de la Reforma en Suiza. Se esforzó por preservar la unidad entre los reformadores gracias al acuerdo de 1549 con Calvino sobre la Eucaristía; el Consenso Tigurinus (Consenso de Zurich). La confesión esta dividida en 30 capítulos breves pero sustanciosos de la verdadera y original doctrina reformada. 

El capítulo veinte desarrolla la posición doctrinal y liturgica del bautismo en respuesta al catolicismo y al anabautismo que atacaba el modo del bautismo y su administración a los hijos de padres creyentes. Esto es de suma importancia para conocer las posición reformada en cuanto a porque en las iglesias reformadas bautizamos a infantes.


Capítulo 20 - Del Santo Bautismo

La institución del bautismo. El bautismo fue instituido y consagrado por Dios. Primero, Juan bautizó, quien sumergió a Cristo en el agua del Jordán. De él, vino a los apóstoles, quienes también bautizaron con agua. El Señor les ordenó expresamente que predicaran el Evangelio y bautizaran "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19). Y en Los Hechos, Pedro dijo a los judíos que preguntaban qué debían hacer: "Bautícense cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo" ( Hch 2, 37 s.). De ahí que algunos bautismos se denominen signo de iniciación para el pueblo de Dios, ya que por él los elegidos de Dios son consagrados a Dios.

Un bautismo. Solo hay un bautismo en la Iglesia de Dios; y es suficiente estar una vez bautizado o consagrado a Dios. Porque el bautismo una vez recibido continúa por toda la vida, y es un sellamiento perpetuo de nuestra adopción.

Qué significa ser bautizado. Ahora bien, ser bautizado en el nombre de Cristo es estar inscrito, ingresado y recibido en el pacto y la familia, y así, en la herencia de los hijos de Dios; sí, y en esta vida ser llamados por el nombre de Dios; es decir, ser llamado hijo de Dios; ser limpios también de la inmundicia de los pecados, y recibir la multiforme gracia de Dios, para llevar una vida nueva e inocente.

El bautismo, por tanto, recuerda y renueva el gran favor que Dios ha mostrado a la raza de los hombres mortales. Porque todos nacimos en la contaminación del pecado y somos hijos de ira. Pero Dios, que es rico en misericordia, nos limpia gratuitamente de nuestros pecados con la sangre de su Hijo, y en él nos adopta para ser sus hijos, y por un santo pacto nos une a él y nos enriquece con diversos dones, para que podamos vivir una nueva vida. Todas estas cosas están aseguradas por el bautismo. Porque interiormente somos regenerados, purificados y renovados por Dios mediante el Espíritu Santo; y externamente recibimos la seguridad de los mas grandes dones en el agua, por los cuales también esos grandes beneficios están representados y, por así decirlo, puestos ante nuestros ojos para ser contemplados.

Somos bautizados con agua. Y por eso somos bautizados, es decir, lavados o rociados con agua visible. Porque el agua limpia la suciedad y refresca y enfría los cuerpos calientes y cansados. Y la gracia de Dios realiza estas cosas para las almas, y lo hace de manera invisible o espiritual.

La obligación del bautismo. Además, Dios también nos separa de todas las religiones y pueblos extraños mediante el símbolo del bautismo y nos consagra a sí mismo como su propiedad. Por lo tanto, confesamos nuestra fe cuando somos bautizados y nos comprometemos con Dios por la obediencia, la mortificación de la carne y la novedad de vida. Por lo tanto, estamos alistados en el santo servicio militar de Cristo para que durante toda nuestra vida luchemos contra el mundo, Satanás y nuestra propia carne. Además, somos bautizados en un solo cuerpo de la Iglesia, para que con todos los miembros de la Iglesia podamos concurrir maravillosamente en la única religión y en los servicios mutuos.

La forma del bautismo. Creemos que la forma más perfecta de bautismo es aquella por la que Cristo fue bautizado y por la cual los apóstoles bautizaron. Por lo tanto, no consideramos necesarias para la perfección del bautismo aquellas cosas que por artificio del hombre se añadieron después y se usaron en la Iglesia. De este tipo es el exorcismo, el uso de luces encendidas, aceite, sal, saliva y otras cosas como que el bautismo debe celebrarse dos veces al año con multitud de ceremonias. Porque creemos que un bautismo de la Iglesia ha sido santificado en la primera institución de Dios, y que está consagrado por la Palabra y también es eficaz hoy en virtud de la primera bendición de Dios.

El Ministro del Bautismo. Enseñamos que el bautismo no debe ser administrado en la Iglesia por mujeres o parteras. Porque Pablo privó a las mujeres de los deberes eclesiásticos, y el bautismo tiene que ver con estos.

Anabautistas. Condenamos a los anabautistas, que niegan que los recién nacidos de los fieles deban ser bautizados. Porque según la enseñanza evangélica, de los tales es el reino de Dios, y están en el pacto de Dios. Entonces, ¿por qué no se les debe dar la señal del pacto de Dios? ¿Por qué los que pertenecen a Dios y están en su Iglesia no deben ser iniciados por el santo bautismo? Condenamos también a los anabautistas en el resto de sus doctrinas peculiares que sostienen contrarias a la Palabra de Dios. Por lo tanto, no somos anabautistas y no tenemos nada en común con ellos.


Trad Caesar Arevalo

FUENTE: Second Helvetic Confession (1566) extraído de http://www.crivoice.org/creed2helvetic.html