LA VERDAD

Este sitio es acerca la teología reformada tal como fue enseñada por los grandes e influyentes reformadores del siglo 16. El trabajo de ellos cambió la forma de ver el Cristianismo en términos de teología y liturgia. Fueron ellos que viendo la corrupción en la existente iglesia Católica desearon reformarla de acuerdo a Escritura, trayendo consigo la mas grande revolución religiosa y social que la historia de la iglesia haya sido testigo. Su legado sigue hoy en este siglo, y su influencia cambió Europa y dio nacimiento a los Estados Unidos de América.

domingo, noviembre 20, 2022

LA PRIMERA CELEBRACION RELIGIOSA DE ACCION DE GRACIAS



INTRODUCCION

En 1620 alrededor de 40 separatistas ingleses llegaron de Leyden, Holanda a las costas del Atlántico norte. Se asentaron en Plymouth y de allí nace la primera colonia que da lugar a los Estados Unidos de America. Para 1621, después de pasar un crudo y terrible invierno y en donde la mitad de la tripulación perdió la vida, los sobrevivientes celebran con la ayuda de los nativos del lugar lo que se conoce como “acción de gracias.” Fueron tres días de juegos e interacciones, obviamente, los separatistas oraron como buenos calvinistas estrictos que eran. Pero no fue hasta 1623 en donde la celebración de acción de gracias adquiere un elemento verdaderamente religioso.

LA SEGUNDA CELEBRACION DE ACCION DE GRACIAS, Y LA PRIMERA DE CARÁCTER RELIGIOSO

Esta segunda celebración, de agradecimiento a Dios fue de una naturaleza muy diferente a los días de acción de gracias que le siguieron. Eran días centrados en la oración y la observancia religiosa estilo calvinista reformada. Aunque incluyeron una comida, eso no fue el enfoque del día. En algunos casos, no se hizo el trabajo regular. Veremos esto a partir de los registros que tenemos de estos días, y también cómo el Día de Acción de Gracias llegó a ser la celebración anual que es hoy, y por qué se estaba dando gracias.

El siguiente registro que tenemos de un día de acción de gracias es de 1623. El gobernador William Bradford de la colonia de Plymouth convocó un día de oración solemne para buscar la misericordia de Dios para terminar con una sequía. Cuando recibieron lluvia, proclamó un día de acción de gracias (en el verano de 1623):

No puedo omitir aquí cómo, a pesar de todos sus grandes dolores y trabajos, y las grandes esperanzas de una gran cosecha, el Señor pareció destruir y quitar lo mismo, y amenazarlos con una hambruna más y más dolorosa. Por una gran sequía que continuó desde la tercera semana de mayo hasta mediados de julio, sin lluvia y con gran calor en su mayor parte, tanto que el maíz comenzó a secarse aunque se puso compensar con pescado, cuya humedad ayudó mucho. Sin embargo, finalmente comenzó a languidecer, y algunos de los terrenos más secos se resecaron como heno marchito, parte del cual nunca se recuperó. En lo cual apartaron un día solemne de humillación, para buscar al Señor con humilde y ferviente oración, en esta gran angustia. Y se complació en darles una respuesta graciosa y pronta, tanto a la admiración de ellos como de los indios que vivían entre ellos. Durante toda la mañana, y la mayor parte del día, estuvo despejado y muy caluroso, y no se vio ni una nube ni señal alguna de lluvia; sin embargo, hacia la tarde comenzó a encapotarse, y poco después a llover con aguaceros tan dulces y suaves que les dieron motivo de regocijo y bendición a Dios. Llegó sin viento ni truenos ni violencia alguna, y gradualmente en tal abundancia que la tierra estaba completamente mojada y empapada, y con eso lo cual aparentemente revivió y avivó el maíz podrido y otras frutas, como era maravilloso de ver, y asombraba a los indios al contemplar. Y después el Señor les envió tales lluvias estacionales, con intercambio de buen tiempo cálido que, a través de Su bendición, causó una cosecha abundante y fructífera, para su gran consuelo y regocijo. Por cuya misericordia, en el tiempo conveniente, apartaron también un día de acción de gracias.

(William Bradford, de la plantación de Plymouth. Samuel Eliot Morrison, ed. Nueva York, 1952, p.131-132).


 Trad. Caesar Arevalo

 

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