INTRODUCCION
Existe mucha confusión dentro de grupos evangélicos y llamados reformados/presbiterianos, en cuanto como intepretar ciertos pasajes referentes al uso de los salmos en el culto público. Sin embargo, como el profesor Clark señala y explica, con un correcto entendimiento del contexto en el cual se escribieron tales pasajes, la tal confusión desaparece. El siguiente es un breve comentario que apareció en su blog "Heidelberg" (5 de Mayo, 2015) en relación a la importancia del contexto para entender ciertos pasajes acerca de los salmos en la adoración pública.
La colección de los Salmos, los cuales a menudo
descrito como el “libro de los Salmos” está realmente compuesto de cinco libros, cada uno de los cuales es
marcado por sus propias doxologías al final. Durante el periodo de transición
del Salterio al periodo del Nuevo Testamento (vía la Septuaginta) hubieron
cuatro clases de canciones: Salmos, Himnos,
canciones espirituales, y sabiduría. Estas categorías son familiares al
lector de la Biblia, ya que estas son las categorías que Pablo usa en
Colosenses 3:16
16 ….con toda sabiduría (σοφίᾳ) enseñándoos
y amonestándoos unos a otros con salmos (ψαλμοις),
himnos (υμνοις) y canciones espirituales
(ωδαις πνευματικαις),
cantando a
Dios con acción de gracias[p] en vuestros corazones”
Como sabemos, el contexto hace toda la diferencia. Cuando
oímos la palabra “himnos” probablemente pensamos de las canciones de los siglos
18, 19 y 20 agregados a los libros de himnos. Por supuesto, los Reformadores
tradujeron los Salmos en los lenguajes de la gente y cantaron principalmente
Salmos y otras partes de la Biblia, Palabra de Dios (La Oracion del Señor, El Decalogo, Beza compilo “canticos” del Nuevo
Testamento, pero no hay evidencias si alguna vez se cantaron) para el uso
en la adoración publica. Muchas de las iglesias reformadas cantaron solo Salmos
por 200 años.
Estas son las canciones que Dios dio a su pueblo. Ellas
fueron dadas por inspiración del Espíritu Santo y fueron preservadas para
nosotros como el canon (regla) y la santa, infalible, inerrante Palabra de
Dios. Las canciones escritas por escritores no inspirados, por más que las
encontremos personalmente inspiradoras, no son parte de la Palabra de Dios. himnos
no-canónicos no tienen autoridad intrínseca y son relativamente son cortas en comparación
a la Palabra de Dios. Además, sabemos que el pueblo de Dios cantó los Salmos en la iglesia
primitiva, “cuando se reúnan, cada uno
tiene un salmo…” este sustantivo frecuentemente es traducido al Ingles con
la palabra “himno.” Esta traducción por supuesto lleva a muchos lectores a
pensar en himnos modernos como “Gracia Maravillosa,” en vez que el Salmo 23.
Sin embargo, con este contexto (Septuaginta) deberíamos
pensar diferente cuando Pablo cita o alude en 1 Corintios 14:15 a 2 Samuel 22:50 o al Salmo 18:49, el cual se
refiere a Salmos, y no a “canciones nuevas.” Asimismo, dentro de este contexto,
Pablo en Efesios 5:19 usa el participio ψάλλοντες para referirse a “cantar los Salmos” y no
himnos de inspiración humana.
-R. Scott Clark –profesor de Historia Eclesiástica en
el Seminario Teológico de Westminster-Escondido California. Traducido por Caesar Arevalo.
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