El gran teólogo
e historiador Reformador Protestante Philip Schaff (1819-1893)
quien pasó la gran parte de su vida adulta viviendo y enseñando en muchos
seminarios teológicos de los Estados Unidos, escribió muchas obras históricas entre
las más importantes están sus volúmenes de Historia
de la Iglesia Cristiana y los Credos
del Cristianismo, este ultimo de alrededor de 1,000 páginas. A continuación
compartiré con ustedes la traducción que hice de la sección de su obra acerca
de los Credos, “Nombre y Definición” y “Los orígenes del Credo.”
NOMBRE Y DEFINICION
Un Credo, o
Regla de fe o símbolo es una confesión de fe para uso público o una forma de
palabras poniendo con autoridad ciertos artículo de fe los cuales son
considerados por los artífices como necesario para la salvación o al menos para
el bienestar de la Iglesia Cristiana. Un credo puede cubrir todo el terreno de
la doctrina y practica Cristiana, o contener solo tales puntos que son considerados
fundamentales y suficientes o como han sido elaborados. Puede ser en una forma
declarativa o interrogativa. Puede ser breve y popular como los Credos de los Apóstoles
o Niceno para su uso general en las clases de catecismo y de bautismo, o más
elaborado y teológico para ministros y maestros como el estandarte de doctrina pública (como los
libros simbólicos del periodo de la Reforma). En el último caso, una confesión de
fe es siempre el resultado de una controversia dogmatica y mas o menos directa
o indirectamente polémica oponiéndose a
los errores. Ellos incorporan la fe de las generaciones y los resultados mas
valuables de las controversias religiosas. Todavía forman y regulan el
pensamiento teologico y las enseñanzas de la Iglesias de la Cristiandad.
LOS ORIGENES DEL CREDO
Fe, como todas
las convicciones fuertes, tiene un deseo de pronunciarse así mismo como otros
“de la abundancia del corazón habla la boca.” Yo creo, por lo tanto confieso
(Credo, ergo confiteor). También existe un deber expreso, cuando somos
recibidos en la membrecía de la iglesia cristiana, y en cada ocasión, el
profesar la fe dentro de nosotros, para hacernos conocidos que somos seguidores
de Cristo, y de guiar a otros a el por la influencia de nuestro testimonio.
Este es el
origen de los símbolos y credos Cristianos. Ellos nunca preceden la fe, pero lo
presuponen. Ellos emanan de la vida interior de la iglesia, independientemente
de la ocasión externa. Hubiera habido credos aun si no hubiera habido
controversias doctrinales. En cierto sentido se puede decir que la Iglesia
Cristiana nunca ha estado sin credo (Ecclesia,
sine symbolis nulla). La formula bautismal, y las palabras de la institución
de la Santa Cena son credos, estas y la confesión de Pedro anteceden el
nacimiento de la iglesia Cristiana en el día de Pentecostés. La iglesia esta, realmente,
no fundada en credos pero en Cristo; en ninguna palabra de hombre, pero en la
palabra de Dios; sin embargo es fundada en Cristo en así confesada por los
hombres, y un credo es la respuesta del hombre a la pregunta de Cristo. La
aceptación del hombre y la interpretación de la palabra de Dios. Por lo tanto
es después de la confesión de Pedro que Cristo dijo, “Tu eres roca y sobre esta
roca edificare mi iglesia” como si dijera, “Tu eres el Confesor de Cristo y
sobre esta confesión, como una roca inmovible, edificare mi iglesia.” Donde existe
fe, existe profesión de fe. Así “como la fe sin obras es muerta”, así se puede
decir que sin confesión es muerte.
Pero esta
confesión no necesita siempre de ser escrita, mucho menos muchos menos reducida
a una formula lógica. Si un hombre puede decir de su corazón, “creo en el Señor
Jesucristo”, es suficiente para su salvación (Hechos 16:31), la palabra de
Dios, aprehendida por una fe viva, el cual fundo la iglesia Cristiana, fue
primeramente predicada oralmente y transmitida por los apóstoles, luego expresada en las Escrituras del Nuevo
Testamento, como un puro y inerrante registro para el tiempo venidero. Asi la
confesión de fe, o credo, fue oralmente enseñada y trasmitida a los
catecúmenos, y profesada en el Bautismo, muchos antes que se ponga en escrito.
Mientras la Disciplina Arcani , el sumario de la
doctrina apostólica, llamada la “regla de fe.” o el credo fue mantenida
confidencial entre los cristianos, y escondida aun de los catecúmenos
hasta la última etapa de la
instrucción, y así tenemos solo
fragmentos en los escritos de los padres de la Iglesia ante-Nicenos.
Cuando se
levantaban controversias referente al verdadero significado de las Escrituras,
se convirtió necesario dar una expresión formal a su verdadero sentido, para
regular las enseñanzas públicas de la Iglesia, y protegerla del error. En este
sentido, los credos fueron extendidos y multiplicados, aun en la extensión
impropia de tratados teológicos y sistemas de divinidad.
La primera
confesión Cristiana o credo es la de Pedro, cuando Cristo pregunto a los apóstoles,
“¿Quién dicen que soy yo?” y Pedro hablando en el nombre de todos dijo, “Tu
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mat. 16:16).
Esto se
convirtió naturalmente en la sustancia de la confesión del bautismo, ya que
Cristo es el objeto principal de la fe Cristiana. Felipe requirió del eunuco
que simplemente confiese la creencia que “Jesús fue el Hijo de Dios.” En conformidad con la formula bautismal, tomo
una forma Trinitaria, tal vez en una formula tan simple como “Creo en Dios el
Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.” Gradualmente fue expandida por la
tradición de otros artículos en las varias reglas de fe, en la cual la forma
Romana bajo el titulo “el Credo de los Apóstoles” prevaleció entre todos,
después del siglo cuarto en el Oeste; y el Credo Niceno en el Este. La Iglesia
protestante como una separada organización, data desde 1517, pero no fue hasta
1530 que su fe fue formalizada en al Confesión de Augsburgo.
Un símbolo puede
proceder de la vida general de la iglesia en una edad particular sin una
autoría individual (como el Credo de los Apóstoles), o por Concilios Ecuménicos
(Credo Niceno, Credo de Calcedonia), o del Sínodo de una iglesia particular (
los decretos del Concilio de Trento, los Artículos de Dort, la Confesión de
Westminster y sus catecismos). O por un numero de teólogos comisionados para
tal trabajo por la autoridad eclesiástica (los Treinta nueve artículos de la
Iglesia de Escocia, el Catecismo de Heidelberg;
la forma de Concordia); o de un individuo, que actúa como el órgano de
su iglesia o secta, (la Confesión de Augsburgo, Apología, ambas compuestas por
Melanchton; los artículos de Smalkald, y los Catecismos de Lutero, la segunda
Confesion Helvetica de Bullinger)."
Para los
Cristianos Reformados, Luteranos, Presbiterianos, el Credo y la Confesión,
siendo subordinadas a la Escritura, son parte de la formación teológica y Bíblica,
así estamos ligados históricamente a la única y verdadera Iglesia Católica y apostólica (no confundir con la ICR). Los evangélicos harían bien en empezar a estudiar los Catecismos Reformados y ser parte de la iglesia histórica Reformada.
Caesar Arevalo
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