LA VERDAD

Este sitio es acerca la teología reformada tal como fue enseñada por los grandes e influyentes reformadores del siglo 16. El trabajo de ellos cambió la forma de ver el Cristianismo en términos de teología y liturgia. Fueron ellos que viendo la corrupción en la existente iglesia Católica desearon reformarla de acuerdo a Escritura, trayendo consigo la mas grande revolución religiosa y social que la historia de la iglesia haya sido testigo. Su legado sigue hoy en este siglo, y su influencia cambió Europa y dio nacimiento a los Estados Unidos de América.

jueves, diciembre 04, 2014

CALVINO Y LA REFORMA EN GINEBRA: LA LITURGIA




AUDITORIO DE LA IGLESIA EN DONDE PREDICABA CALVINO

 INTRODUCCION

¿Cómo era la liturgia en Ginebra durante la reforma de Calvino? ¿Cuál es la herencia original de las Iglesias Presbiterianas Reformadas? El saber el cómo adoraban durante la reforma en Ginebra nos dará un mejor entendimiento de lo que es la adoración Reformada. Y al mismo tiempo nos ayudara a ver la gran diferencia abismal con el moderno evangelicalismo en cuanto a adoración, lo cual es una parodia de adoración Bíblica. 

Este tema es relevante para los llamados “reformados” y al mismo tiempo para todo aquel que “Cree” que esta adorando a Dios de acuerdo a lo que Él ha prescrito en Su Palabra. Conozca la verdadera adoración Reformada y como se llevó a cabo y los cambios que sucedieron.

"La doctrina de la correcta adoración formó el centro gravitacional de la visión eclesial de Calvino. La liturgia de la iglesia, los oficios de la iglesia, la disciplina de la iglesia, el ministerio de la predicación de la iglesia, fueron todos con la intención de traer alabanza y gloria a Cristo Jesús, el Señor de la Iglesia. El compromiso ferviente de Calvino a la correcta adoración permeo su crítica al Cristianismo Medieval y fue su tema central al cual el retorno una y otra vez en sus escritos teológicos sobre el curso de toda su carrera. La convicción que una verdadera adoración Cristiana debe seguir la norma definida en las Escrituras llevo a Calvino y sus pastores de Ginebra a restructurar el contenido de la adoración publica en la ciudad Ginebrina. 
Para tener una idea exacta de cómo era la adoración en Ginebra del siglo de Calvino (1550), leamos el reporte de un monje Franciscano Francés llamado Antoine Cathelan quien visito Ginebra en 1555, este reporte es importante pues viene de un testigo ocular y anti Calvinista:

“todo adentro de este templo es como el interior de una universidad o escuela, llena de bancas, con el pulpito en el medio para el predicador. Y en frente del pulpito hay bancas para las mujeres y niños menores. Y alrededor de ellos, levantados, los hombres están sentados, sin ninguna distinción de clase social…”

A continuación, Cathelan pasa a describir el servicio de culto:

“inmediatamente la gente entro a la iglesia, cada persona escogiendo su propio lugar para sentarse, como en una escuela, y luego todos esperaban por el predicador que venga al pulpito. E inmediatamente cuando el predicador apareció, todos se arrodillaron excepto el predicador. Y luego él empezó a orar con la cabeza descubierta y las manos juntas. Su oración fue totalmente en Francés, creado de su propia imaginación, el cual concluyó con el “Padre Nuestro” pero no el “Ave María.” Luego toda la gente respondió con un “Amén” muy despacio. Y dos veces a la semana [de sus reuniones] ellos cantaron los Salmos antes del Sermón. Cada uno cantaba juntos mientras estaban sentados, hombres, mujeres, muchachas, e infantes. Y si alguien entra a la iglesia orando, entonces se le señala burladamente diciendo que es un “papista e idolatra.” 

Tenga en cuenta que este reporte viene de un monje Franciscano que nunca antes había observado un culto Reformado. Todo esta liturgia era un escándalo para muchos católicos en la Europa de Calvino.
Los Reformadores no se mantuvieron pasivos en su propósito de limpiar Ginebra de todo vestigio Papal. Ellos removieron todo objeto de liturgia física católica: crucifijos, estatuas de santos, reliquias religiosas, etc. 

Habiendo “limpiado” los templos católicos de todo ornamento religioso, las autoridades de Ginebra  re-ordenaron el espacio sagrado para dar prioridad a la proclamación de  la Palabra de Dios.
La campaña en contra de los altares católicos, imágenes religiosas, y ventanas pintadas en Ginebra ha llevado a muchos eruditos a concluir que esta austeridad es indicativo de una piedad abstracta o una aversión profunda al mundo material dentro del mundo reformado. Sin embargo una explicación más convincente en su guerra en contra la idolatría es encontrada en su interpretación teológica de la correcta adoración. Para Calvino, Farel, Bullinger y otros Reformadores de este periodo, la adoración autentica descansa en el fundamento del verdadero Cristianismo y fue un prerrequisito de toda genuina reformación religiosa. Calvino escribió el tema de la correcta adoración en muchísimas obras después de su retorno a Estrasburgo notablemente en su obra “ La Necesidad de Reformar a la Iglesia” (1543), en sus comentarios de “Tratados sobre las reliquias” (1543), asi como muchos de sus comentarios, especialmente su comentario del Evangelio de Juan (1553). 
Basado en las palabra de Jesus en Juan 4:24: “Dios es Espíritu y sus adoradores deben adorar en espíritu y verdad,” Calvino identifico dos principios de autentica adoración Cristiana: es espiritual y dependiente sobre la Divina Palabra. La adoración es “espiritual” en que se origina por el ministerio del Espíritu Santo quien inicia la fe en el hombre y mujer y luego estimula esta fe a la oración y alabanza, pureza de conciencia, negarse a sí mismo, y sumisión a Dios. Para Calvino la fuente de la adoración es el Espíritu Santo, el punto de la adoración es la fe del corazón, y el propósito de la adoracion Cristiana es traer la gloria a Dios solamente (Soli Deo Gloria). En su fundamento, entonces esta la correcta y legitima adoracion. Calvino dice:

“es reconocer a Dios como El es, como la única fuente de virtud, justicia y santidad, sabiduría, verdad, poder, bondad, misericordia, vida y salvación, y así dar y otorgar toda la gloria de lo que es bueno, buscar todas las cosas en él solamente, y descansar en el en toda necesidad. De esto nace, la oración, alabanza y acción de gracias, todo esto testifica de la gloria que atribuimos a El.”

Calvino creía que toda verdadera adoración dependía de la Palabra de Dios, en la Escritura, Dios no solo revela aspectos de su carácter, pero también nos enseña la manera en la cual él desea ser adorado por sus criaturas humanas, “la Palabra de Dios es la norma por la cual debemos discernir la adoración verdadera de la falsa y defectiva.”
Calvino escribió que Dios desaprueba cualquier forma de adoración que no está de acuerdo a su palabra. Aquí el reformador respalda lo que se llamaría mas tarde, el “principio regulador” esto es, el precepto que todas la expresiones religiosas y ceremoniales de piedad que no son explícitamente permitidas en las Escrituras deben ser rechazadas. Además el Espíritu Santo solidifica la fe de Dios en su pueblo, llama por adoraciones y alabanzas, y purifica sus consciencias e intensifica sus gratitudes. Calvino resumió la teología de la adoración de la siguiente manera:

“Dios es solo adorado apropiadamente en la certeza de la fe, el cual nace necesariamente de la Palabra de Dios, y de aquí sigue que todos aquellos que olvidan la Palabra caen en idolatría.”

Desafortunadamente, a causa de las consecuencias devastadoras del pecado original, los seres humanos no buscan a Dios naturalmente ni desean adorarle correctamente en Espíritu y verdad. Calvino creía y mantenía que la mente humana es una factoria de idolatría que produce una constante corriente de ceremonias capaces de manipular a Dios a través de legalísticas formas carnales. Las imágenes religiosas tales como estatuas y figuras, las cuales Calvino entendió están prohibidas en el segundo mandamiento del Decálogo son particularmente tóxicos en que invitan a los adoradores a transferir la gloria de Dios a criaturas mortales y objetos inanimados. 

Juan Calvino y sus pastores de Ginebra creían que la Iglesia Católica medieval había corrompido fundamentalmente la verdadera adoración Cristiana. En vez de adorar a Jesucristo como el único mediador entre Dios y la humanidad pecadora, las autoridades católicas animaban a la gente a dar honor a los santos y mártires, orar a ellos, y aun a solicitar poderes espirituales de sus ropas y restos corporales. Calvino escribe lo siguiente en su libro “Tratados sobre las reliquias”:

“porque ellos mismos se han postrado e inclinado ante reliquias como si fueran Dios, prendiendo antorchas, y velas como signo de homenaje a ellos. Ellos han puesto su confidencia en ellos y han apelado a ellos, como si ellos poseyeran poder divino y gracia. Si idolatría es el acto de transferir el honor de Dios a otros, entonces ¿Cómo podemos negar que lo que ellos hacen es idolatría?”

Calvino considero que las ceremonias católicas se originaron en la imaginación humana en vez que en la Palabra de Dios. Estas ceremonias carnales oscurecen el evangelio y distraen al devoto de su ejercicio puro de fe, oración y alabanza. Calvino respondió a sus críticos que trataban de justificar las ceremonias católicas, con su incienso, veladoras y altares, diciendo que las ceremonias Levíticas de los Judios tuvieron la intención de servir como tipos proféticos que apuntaban a la venida de Cristo. Pero desde la venida de Cristo, Dios ha dado a la iglesia unas diferentes reglas de instrucciones con respecto a la verdadera adoración. Las formas externas han sido reemplazadas por la adoración espiritual. Para Calvino, la iglesia Católica de su día, con su externa pompa  y ritos carnales, continúa el mantenerse en las sombras del Antiguo Testamento en vez de celebrar la luz del evangelio del Nuevo Testamento. A través de sus ceremonias, los Católicos y aun los más devotos deciden en deambular en un laberinto perpetuo, en vez de adorar a Dios simplemente en Espíritu y verdad. La condición esencial para una verdadera adoración es la predicación de la palabra de Dios y la respuesta del corazón al mensaje divino. Consecuentemente, el adorno principal de la adoración pública debe ser la preciosa Palabra de Dios y el mensaje hermoso del evangelio de Jesús Cristo, proclamado en ambos, el sermón y los sacramentos. 

De manera que la insistencia de Calvino en el contenido litúrgico de la verdadera adoración no fue el resultado de su austeridad personal, pero de su convicción de que solamente a través de una adoración simple y pura el mensaje del evangelio pueda resplandecer. La estética de Calvino no fue única o algo original en él, la iglesia reformada en Suiza y Alemania peleó en contra de las ceremonias Católicas y defendieron la adoración pura y simple. 

Asi como Calvino, su colega Farel sucintamente articuló la práctica Reformada de la adoración en su libro “Sobre el Verdadero Uso de la Cruz” (1560):

“La Iglesia debería ser decorada y adornada con  Jesús Cristo, y la Palabra de su evangelio, y sus santos sacramentos. El gran sol de la justicia Jesús Cristo y la luz del evangelio, tiene nada que hacer con quemar antorchas, velas y candelabros. Dios más bien ha ordenado por la pura predicación y por los santos sacramentos practicados en su simplicidad para que esta luz ilumine y se manifieste con toda su gloria.”

Veinticinco años más tarde, Beza en un sermón desde el pulpito de St Pierre, reitero esta convicción primaria. La casa de Dios no es un edificio:

“…es un lugar en donde la pura Palabra de Dios es predicada claramente en la presencia de cada persona, con palabras y exhortaciones, consolación, advertencias y la censura necesaria para la salvación.”

La Reforma en Ginebra de 1536 trajo profundos cambios permanentes en la vida religiosa de los ciudadanos. Reemplazaron la misa con servicios de predicaciones y removieron de las iglesias de la ciudad todos sus ornamentos, lo que era una vez una ciudad católica en donde reinaba la idolatría, Ginebra se convirtió en una Republica Protestante en donde la verdadera Reforma del evangelio fue predicada en forma pura."


Traducido por Caesar Arevalo

Fuente:  “Calvin’s Company of Pastors: Pastoral Care and the Emerging Reformed Church.” Manetsch, S. M. (Pag. 18-30) 24-37

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