LA VERDAD

Este sitio es acerca la teología reformada tal como fue enseñada por los grandes e influyentes reformadores del siglo 16. El trabajo de ellos cambió la forma de ver el Cristianismo en términos de teología y liturgia. Fueron ellos que viendo la corrupción en la existente iglesia Católica desearon reformarla de acuerdo a Escritura, trayendo consigo la mas grande revolución religiosa y social que la historia de la iglesia haya sido testigo. Su legado sigue hoy en este siglo, y su influencia cambió Europa y dio nacimiento a los Estados Unidos de América.

martes, julio 10, 2012

UNA BREVE RESEÑA HISTORICA DEL CALVINISMO







"La diseminación del Calvinismo fue algo unusual. En contraste con el avanse del Catolicismo, el cual fue mantenido por fuerza military y civil, y del Luteranismo el cual sobrevivió en convertirse en una religión de políticas, el Calvinismo tuvo, por la mayor parte, solo su lógica consistente y fidelidad a las Escrituras. Dentro de una generación, se expandió a traves de Europe—Charles Miller 1

 El Calvinismo se basa en la renovación religiosa del siglo XVI en Europa que nos referimos como la Reforma Protestante. 2 Sin embargo, este gran movimiento no era un fenómeno aislado. No se limitó con las 95 tesis de Martín Lutero (1483-1546)  en las puertas de la iglesia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, a pesar de que las tésis se tradujeron pronto a numerosos idiomas y distribuido a las masas. En cierto sentido, la Reforma se originó en el llamado de Lutero: "La experiencia de la torre," que probablemente es anterior a sus tésis en unos cuantos años.

A través de esta experiencia, Lutero llegó a comprender la doctrina definitiva de la Reforma: la justificación gratuita por la fe sola. Pero en otro sentido, la Reforma fluía de los primeros intentos de renovación, el más notable de los cuales fueron dirigidos por Pedro Valdo (ca. 1140-ca 1217.) y sus seguidores en las regiones alpinas,3 Juan Wycliffe (c. 1324 - 1384) y los Lolardos en Inglaterra, 4 y Juan Hus (ca. 1372-1415) y sus seguidores en Bohemia: Los menos conocidos teólogos como Tomás de Bradwardine (ca. 1300-1349) 6 y Gregorio de Rímini (ca. 1300-1358)7, se acercaron aún más a lo que se conoce como la “teología protestante.” Todos estos hombres son los llamados precursores de la Reforma, en lugar de reformistas, ya que, a pesar de que anticiparon muchos de los énfasis de la Reforma, carecían de una comprensión completa de la doctrina fundamental de la justificación por la sola fe y sola gracia.

Estos precursores de la Reforma eran moralmente, doctrinalmente, y prácticamente unidos en su oposición a los abusos medievales católico- romanos. Esta oposición es fundamental tener en cuenta, ya que la Reforma comenzó principalmente como una reacción a los abusos del catolicismo romano. Lutero no tenía la intención de destruir a la Iglesia Católica Romana y establecer una nueva iglesia. Su intención inicial era purgar la Iglesia Católica Romana de los abusos papales.

La teología reformada por tanto, no se puede entender al margen de su reacción a los problemas en la iglesia, tales como:

Los abusos papales. El papado medieval estaba plagado de abusos en la teología y la práctica. La conducta inmoral se vivió y tolerada incluso por los Papas, y la gracia se convirtió en una religión barata, comercializado en toda la iglesia a través de un complejo sistema de votos, ayunos, peregrinaciones, misas, reliquias, recitaciones, rosarios, y otras obras. El imperativo papal era "hacer penitencia" (según la traducción de la Vulgata) en lugar de "ser penitente", o "arrepentirse", como lo ordenó Jesús.

Las pretensiones del Papa. Los estudios bíblicos e históricos por los precursores protestantes les llevó a cuestionar las pretensiones papales de la autoridad apostólica, como cabeza de la iglesia. Por ejemplo, los reformadores llegaron a la conclusión de que la roca sobre la cual se construyó la iglesia (Mateo 16:18) fue el contenido de la fe de Pedro en lugar de Pedro mismo, lo que significaba que el obispo de Roma no poseía más que una posición de honor. Aunque inicialmente los protestantes estaban dispuestos a aceptar un papado reformado honorablemente que le sirven a la iglesia, la oposición cruel de los papas a la reforma finalmente convenció a muchos de ellos a considerar que el papa de Roma como el Anticristo (Confesión de Fe de Westminster, 25,6).

Cautiverio de la Palabra. Los protestantes enseñaron que la Iglesia Católica Romana mantuvo en cautiverio las Escrituras, retuvieron las escrituras, y mantuvieron a los laicos esclavos a los consejos de la Iglesia, los obispos, los escolásticos, canonistas y alegoristas para la interpretación. Los protestantes trabajaron duro para liberar la Biblia de este cautiverio jerárquico. Como Malcolm Watts escribe lo siguiente:

“La Iglesia de Roma degradó las Sagradas Escrituras al manchar  la pureza del Canon con sus adiciones apócrifas, completando los registros inspirados, con una enorme masa de tradiciones espurias, admitiendo sólo la interpretación que está de acuerdo con "el consentimiento unánime de los Padres" y "la Santa Madre Iglesia", y, en particular por la disminución de la función de la predicación como sus "sacerdotes" se ocuparon de las historias milagrosas acerca de María, los santos y las imágenes, y magnificó la importancia de la Misa, con sus elaboradas y multiples rituales y ceremonias. Fue así que la predicación se deterioró y, de hecho, casi desapareció. Los reformadores protestaron enérgicamente contra esto y lucharon con todas sus fuerzas para la recuperación de la Santa Palabra de Dios.' 


Elevación de la vida monástica. Los protestantes se opusieron a la concepción católica de la llamada “superioridad de la vida religiosa.” Ellos no creían que la vida monástica era la única forma de espiritualidad o incluso la mejor manera. Al hacer hincapié en el sacerdocio de todos los creyentes, ellos trabajaron duro para eliminar la distinción católica entre la vida “inferior” del cristiano que participa en una vocación secular y la "más alta" del mundo religioso de los monjes y monjas.

La mediación usurpada. Los protestantes también rechazaron las ideas católicas de la mediación de María y la intercesión de los santos, así como la transfusión automática de la gracia en los sacramentos. Ellos se opusieron a todas las formas de mediación con Dios, excepto a través de Cristo. Se reduce a dos los sacramentos, el bautismo y la Cena del Señor. Quitando así toda autoridad a los sacerdotes y la iglesia como la mediación de poder y la dispensación sacramental de la salvación.

El papel de las buenas obras. Los protestantes rechazaron las ideas de semi-pelagianismo, que dice que la gracia y las obras son necesarias para la salvación. Esta diferencia teológica estaba en el corazón de la oposición protestante al catolicismo romano, aunque fue en gran parte a través de la corrupción moral y práctica que el tema salió a la luz.


La respuesta protestante a los abusos Católico Romanos gradualmente se asentó en cinco “gritos de batalla” en la Reforma, todas centradas en las palabras Latinas solus, que significa “solo.”

 Estos gritos de batalla sirvieron para contrastar las enseñanzas protestantes de las enseñanzas Católico Romanas de la siguiente forma:


Protestante
                                                                             
Sola Escritura (sola scriptura)                                
Sola Fe (sola fide)                                                       
Sola Gracia (sola gratia)                                            
Solo Cristo (solus Christus)                                        
Solo a Dios la Gloria (soli Deo Gloria)                  

Católica Romana

  Escritura y Tradición
  Fe y obras
  Gracia y méritos
  Cristo, Maria, y la intersesión de los santos
  Dios, santos y la jerarquía de la Iglesia

El primero de estos “gritos de guerra” esta relacionado con el tema de la autoridad, los siguientes tres con los básicos de la salvación, y el último con la adoración.

LAMENTABLE DIVISION DE LA REFORMA PROTESTANTE

Al principio del Protestantismo, ambos creyentes Luteranos y Reformados abrazaron estas cinco frases. Desafortunadamente, Lutero y Zwinglio  (1484-1531) ambos líderes de la naciente Reforma Suiza, se separaron en Octubre 1529 durante la famosa pero infame "Coloqio de Marburgo" cuando ellos no pudieron llegar a un acuerdo sobre la naturaleza de la presencia de Cristo en la Cena del Señor. Desde ese entonces, el Protestantismo se dividió en dos tradiciones, el Luteranismo y el Calvinismo-el último siendo de la tradición Reformada entendida y expresada en los escritos de Calvino y sus compañeros reformados.

La tradición reformada tiene sus raíces en Suiza con Zwinglio y Heinrich Bullinger (1504-1575), quien estableció y sistematizó la Reforma después de  la muerte de Zwinglio. 

Juan Calvino (1509-1564) fue su mas grande representante y el mas influente exponente, estableció su modelo reformado en la ciudad  de Ginebra. En muchos aspectos Ginebra fue el centro Protestante mas importante durante el siglo dieciseis. Esto fue debido no solo a la presencia de Calvino, pero también al seminario que Calvino fundó para entrenar y educar a todos los Reformadores de toda Europa. 

Sorprendentemente para el mal gusto de algunos Ginebrinos, la ciudad se convirtió en el modelo Protestante de toda Europa con mas de 30 casas de publicaciones de literatura en muchos lenguajes. A causa de la muerte prematura de Zwinglio en el campo de batalla, el hecho de que los trabajos de Bullinger no fueron fáciles de accesar por la mas tarde tradición Calvinista, y la habilidad de Calvino  de sistematizar la Reforma Protestante a través de su “Institutos de la Religion Cristiana,” comentarios, sermones, y liderazgo, los términos “Reformado” y “Calvinismo” se convirtieron virtualmente en sinónimos. El mismo Calvino prefirió el término Reformado porque el rechazaba que su nombre este asociado con el movimiento.

ALEMANIA

El movimiento de la Reforma se extendió a Alemania. La ciudad de Heidelberg, donde se originó el catecismo que lleva su mismo nombre, se convirti en un centro importante del pensamiento Reformado. Sin embargo, mucho de Alemania permanecieron acérrimos Luteranos. Una minoría de Luteranos fueron afectados por el pensamiento de Calvino, el mas notable fue Melanchton (1479-1560), quien fue un asociado bien cercano a Lutero y que muchos lo consideraban un “Calvinista encubierto” por sus compañeros. Eventualmente un gran número de los seguidores de Melanchton se separaron de los Luteranos después de la muerte de Lutero y se unieron a la Iglesia Reformada en Alemania.

PAISES BAJOS Y EUROPA ORIENTAL

El Calvinismo se entronó en Hungria, Polonia, y los países bajos especialmente en Holanda, donde penetró las regiones del sur cerca de 1545 y la parte del norte cerca de 1560. Desde sus inicios el movimiento Calvinista en los Países Bajos fue mas influente que el número de sus adherentes puede sugerir. Pero el Calvinismo Holandés no floreció profusamente hasta el siglo siglo 17 cultivado por el famoso "Sínodo de Dort" en 1618-1619 y fortificado por la Reforma Total, un movimiento del siglo 17 y 18 contemporario al Puritanismo Inglés.  

FRANCIA

El movimiento de la Reforma hizo su entrada sustancial en Francia, para el tiempo que Calvino murió en 1564, el 20 por ciento de la población Francesa-cerca de dos millones de personas- confesaban la fe Reformada. De hecho este 20 por ciento incluía la mitad de la aristocracia y la clase media en Francia. Por un tiempo, parecía que Francia podría oficialmente abrazar la Fe Reformada, pero la persecución Romana Católica y la Guerra civil cortó la expansion de la Reforma. En muchos lugares, el movimiento de la Reforma nunca se recuperaría de este golpe de persecución y ataque en el siglo 16. Por otro lado, por la providencia de Dios, los creyentes Reformados que huyeron de Francia, conocidos como los Hugonotes, injectaron una vitalidad fresca y espiritual y sellaron dentro de la Reforma a todo lugar que ellos iban.

ESCOCIA

El movimiento de la Reforma se expandió rapidamente en Escocia bajo el liderazgo de Juan Knox (1513-1572), quien sirvió 19 meses como un esclavo en las galeras antes que viaje a Inglaterra y luego a Ginebra. Knox trajo a Escocia los principios Protestantes de la Reforma de Ginebra y se convirtió en su principal portavoz allí. En 1560 el Parlamento Escocés rechazo la autoridad Papal, y el siguiente año, la Iglesia Reformada Escocesa o “Kirk”, fue organizada. En las próximas generaciones, muchos Escoceses se convirtieron en inquebrantables Calvinistas, así como los Irlandeses y los Galeses.


INGLATERRA

En Inglaterra, Enrique VIII (Henry VIII) (1491-1547) se rebeló en contra del poder Papal para que él pudiera legalmente divorciarse, y casarse otra vez, con la esperanza de tener un varón como su heredero. El toleró una Reforma suave pero se estableció el mismo como la cabeza de la Iglesia en Inglaterra, aunque su teología era todavía Católica Romana. Durante el reinado de su hijo Edward VI (1574-1553), quien junto con el Concilio, tuvo gran simpatía por la verdadera Reforma, hubo mucho avance especialmente por  el Arzobispo Thomas Cramer (1489-15560 ) a través de sus homilías y predicaciones, en su libro “El Libro Común de la Oración” y sus “42 artículos de Religión”. Todo esto sin embargo sufrió un gran revés durante el gobierno sangriento de Mary Tudor (1553-1558) quien reinstauró la Misa Latina y reforzó la fidelidad al Papa a costo de casi 300 vidas Protestantes. Pero la sangre de esos mártires, incluyendo Cramer, fueron las semillas de la causa Protestante en Inglaterra.

EL PURITANISMO

Cuando la media hermana de Mary, Elizabeth (1533-1603) subió al trono, muchos Protestantes guardaron esperanzas fervientes que la la Reforma que empezó con Edward VI crecería de una forma exponencial. Elizabeth, sin embargo, estuvo contenta con el ambiente Protestante y lucho para subyugar las voces de la oposición. Aquellos que pelearon demasiado por  una reforma en material de adoración, santidad, política, y cultural fueron perseguidos y deprivados de sus bienes. La Reforma de Elizabeth, el cual fue moderada, y precavida, desalentó a muchos y eventualmente dio lugar a un Calvinismo mas robusto que fue llamado en forma derogatoria “Puritanismo.”

El Puritanismo duro desde 1560 hasta los principios de 1700. Los Puritanos creyeron que la Iglesia de Inglaterra no había ido lo suficientemente lejos en su Reforma, porque su adoración y servicio liturgico no estaban de acuerdo con los mandamientos encontrados en las Escrituras. Ellos llamaban por una predicación pura basada desde las Escrituras; por pureza de adoración; asi como Dios manda en las Escrituras; y por la pureza del gobierno de Dios, reemplazando la autoridad de los Obispos con el Presbiterianismo.Sobre todo, ellos llamaron por una gran pureza o santidad de vida entre los Cristianos. Como el eminente J. I Packer dijo:
“Puritanismo fue un movimiento evangélico de Santidad buscando implementar su visión de renovación espiritual, nacional y personal, en la iglesia, el estado, y la casa; en la educación, evangelismo, y economía, en discipulado individual y devoción,  y en cuidado pastoral y competencia.”
Doctrinalmente, el Puritanismo fue algo como un Calvinismo vigoroso; experimentalmente, fue contagioso y amable; evangelísticamente, fue agresivo, pero tierno; eclesiasticamente, fue teocéntrico y de adoración, el Puritanismo busco hacer las relaciones entre el rey, Parlamento, y sujetos de forma escritural, balanceado y obligado por la conciencia.

Presbiterianos, Episcopales, y Congregacionalistas fueron parte del movimiento Calvinista. Algunos Puritanos se separaron de la Iglesia de Inglaterra durante el reinado del King James I (1603-1625). Ellos fueron conocidos y llamados los “Separatistas” o disconformistas y generalmente formaron Iglesias congregacionales. Los Puritanos conformistas permanecieron dentro de la Iglesia Anglicana.

COLONIAS AMERICANAS

Eventualmente, el Calvinismo cruzó el Atlántico a las colonias Británicas en Norte America, allí fue donde los Puritanos Ingleses tomaron el liderazgo en exponer la teología Reformada y  en fundar instituciones Eclesiasticas, educacionales, y políticas.

 Los Puritanos que se establecieron en la Colonia de la Bahia de Masschussetts (1630) continuaron bajo la sanction de la Iglesia Anglicana hasta cierto grado; mientras tanto los Peregrinos que vinieron a America en el Mayflower se establecieron en Plymouth en (1620) fueron los “Separatistas.” A pesar de esta diferencia, todos los Puritanos fueron celosos Calvinistas. Como John Gerstner observa: “Nueva Inglaterra, desde los fundadores de 1620 hasta al fin del siglo 18 fue predominantemente Calvinista.”

Cuatro corrientes mas de imigrantes trajeron el Calvinismo a America. Los creyentes Reformados Holandeses, de los 1620, fueron responsables por el establecimiento de Nueva Países Bajos, que mas tarde se llamo New York. Los Hugonotes Franceses arribaron por los miles a New York, Virginia y las Carolinas a finales del siglo XVII. 

De 1690 a 1777, mas de 200,000 Alemanes, muchos de ellos fueron Reformados, se establecieron mayormente en las colonias del Medio. 

El flujo final fue de los Escoceses y de Irlandeses-Escoceses, todos presbiterianos. Muchos se establecieron en New England, pero muchos mas emigraron a New York, Pennsylvania, y las Carolinas. “Como consecuencia de esta extensiva imigración e interno crecimiento en sus estimado de una población total de tres millones en este país en 1776, dos tercios de ellos fueron al menos nominalmente Calvinistas.” John Bratt concluye,”al brote de la Guerra Revolucionaria, la más grandes denominaciones fueron, en orden: Congregacionales, Anglicanas, Presbiterianas, Bautistas, Luteranas, Reformadas Alemanas, y Reformadas Holandesas. El Catolicismo Romano fue la décima y el Metodismo fue el doceavo en tamaño.”

Con la excepción de la imigración a América, toda esta expansión de la fe Reformada sucedió al final del siglo. 

La mas extensiva e interminable baluarte del movimiento Reformado fueron los Países Bajos, Alemania, Hungria, Gran Bretaña y Norte America. Es significativo que todo esto grupos reformados compartieron la visión de que el cristianismo en muchas partes de Europa fue solo un tinte religioso. A medida que estos creyentes Reformados viajaron por todo Europa, ellos vieron lo que ellos pudieran considerar como surcos de paganismo. La necesidad de Iglesias Bíblicas fue una necesidad desesperada. Esto explica en gran medida el enfoque misionero de los Reformadores Europeos.

A través del tiempo, el movimiento de la Reforma se desarrolló en dos sistemas similares de teología: La Reforma Continental, representada primariamente en los Países Bajos por sus tres formas de unidad: La confesión Bélgica, el Catecismo de Heildelberg, y los Cánones de Dort; y el Presbiterianismo Británico-Americano, expresado en la confesión de Westminster de fe, el Catecismo largo y pequeño. Estos dos sistemas no estaban totalmente separados de uno ni del otro, sin embargo. 

Por ejemplo, el Suizo-Italiano Francis Turretín (1623-1687) profundamente afectó al Presbiterianismo de América. La teología Sistemática de Turretín se enseñó en el seminario de Princeton hasta el año 1870, cuando fue reemplazado por la de Charles Hodge.

Calvinismo y Luteranismo

Ambos sistemas Reformados se separaron del Luteranismo para el fin del siglo 16. Las diferencias entre el Calvinismo y el Luteranismo están en las siguientes areas:

•          Referente a la Cena del Señor. Los Luteranos mantienen la doctrina de la substantación, el cual mantiene que Cristo esta fisicamente presente en, con, y bajo los elementos de la Cena del Señor. Los luteranos se niegan a aceptar la explicación de que la frase “este es mi cuerpo” como una metáfora, diciendo que tales esfuerzos dan lugar a la alegorizacion del evangelio mismo. Además, ellos dicen, si todo lo que es ofrecido en la comunión es un Cristo espiritual, los sacramentos presentan un truncado evangelio que no ofrece consuelo a los creyentes cuyos cuerpos eventualmente moriran. Luteranos estarían satisfechos con un concreto e histórico Cristo. Los lideres de la Reforma dijeron que el encarnado e histórico Cristo esta ahora resucitado y ascendido, y de allí que no esta presente en la Cena en la forma que él era antes de su ascención; en ves, ellos se refieren a su continuo trabajo a través de su Espíritu. Los Reformadores creyeron y afirmaron todo los que los Luteranos querían proteger, pero en una manera mas clara, y mas bíblica.

•         La función primaria de la Ley. Lutero generalmente consideró la Ley como algo negativo y muy cercano al pecado, muerte o el Diablo. El creía que la función dominante de la Ley es humillar al pecador al convencerle de pecado y llevandole a Cristo a través de la libertad. Calvino consideró la Ley mas como una guía para el creyente, una herramienta que le alienta a agarrarse de Dios y obedecerle a El mas fervientemente. El creyente debe de seguir la ley de Dios no como un acto de obediencia compulsivo, sino como una respuesta de gratitud.

•          Referente a la salvación. Tanto el Calvinismo y Luteranismo creen que el Espíritu Santo lleva al arrepentimiento y a la fe en Cristo Jesus y su substitucionario trabajo de expiación los cuales son necesarios. Los luteranos enfatizan mas la justificación a diferencia del Calvinismo, que sin descuidar el aspecto de la justificación, enfatizan mas la santificación que los Luteranos. De esta forma el Calvinismo es mas comprensivo en cuanto a como la salvación después de la justificación trabaja en la vida del creyente.

•          Entendiendo la predestinación. A finales del siglo 16, mas Luteranos se separaron de Lutero y los Calvinistas, quienes acertaron la predestinación de ambos, electos y reprobados en vez de los electos solamente. Los teólogos Reformados creyeron que este cambio en pensar estaba en desacuerdo con Romanos 9 y pasajes similares, también con el concepto comprensible de la soberania de Dios.

•          Los Calvinistas estaban convencidos que la elección es soberana y gratis, y que la reprobación es soberana y justa. Nadie que entra al cielo merece estar allí, y nadie que entra al  infierno merece algo diferente. Como Calvino dijo, “La Alabanza de la salvación es un derecho de Dios. De donde la culpa de la perdición es sobre aquellos que de su propia voluntad lo acarrean sobre ellos mismo.”

•          Entendiendo la adoración. La reforma de Lutero fue mas moderado que la de Calvino, reteniendo mas la liturgia medieval.  En harmonía con sus lideres, los Luteranos se difieren de los Calvinistas en sus puntos de vista en como las Escrituras regula la adoración. Los Luteranos enseñaron que podemos incluir en adoración lo que las Escrituras no prohíben; los Calvinistas enseñaron que no podemos incluir en la adoración lo que el Nuevo Testamento no manda.

Calvinismo Hoy

Calvinismo ha soportado la prueba del tiempo. Muchas denominaciones Protestantes que se originaron en la Reforma fueron fundadas en las confesiones Calvinistas de fe, tales como los 39 Artículos ( Anglicanismo), los Cánones de Dort ( Reformed), la Confesión de Westminster ( Presbiterianismo), La Declaración de Savoy ( Congregacionalismo),  y la Confesión Bautista de 1689. Todas estas confesiones están de acuerdo, excepto con el mayor punto de desacuerdo siendo la doctrina del bautismo infantil.

La teología Reformada prevaleció por la mayor parte en el evangelicalismo Protestante por muchas décadas, pero fue diluida en el siglo 19 a causa de muchas influencias, tal como la Ilustración en Europa y el Finneysmo (Charles Finney) en America. Para mediados del siglo 20, la teologia Calvinista, una vez robusta e influyente, declinó dramáticamente en el mundo Occidental por el asalto de la teología liberal y el avivamiento del Arminianismo.

Hoy en día el mundo en general esta siendo more anti-Dios e impío que nunca, en medio de este siglo bajo el maligno, el Calvinismo esta creciendo aunque es una minoría. Sin embargo la teología Reformada esta extendiendose a través del mundo, en décadas recientes, un significante numero de Iglesias Reformadas han nacido en Holanda, Alemania, Hungria, Polonia, Italia, El Reino Unido, Norte America, Brazil, Sud Africa, Australis, Nueva Zelanda, Singapore, Korea del Sur, China, Filipinas, Rusia, Pakistan, India, Israel, y en varios paises Africanos y Asiáticos.


Trad. por Caesar Arevalo

Nota del traductor:


"Para conocer el origen de la Iglesia Presbiteriana, debemos de conocer quiénes fueron los “Pactantes” (Covenanters). Es imposible entender que es el Presbiterianismo si no se conoce a los Pactantes Escoceses. En la historia de Escocia, los Pactantes son referidos a un grupo de Cristianos Reformados liderados al principio por John Knox que se comprometieron a mantener la doctrina y política presbiteriana de gobierno como la única forma de religión en Escocia. La primera "banda piadosa" de los “Señores de la Congregación” y de sus seguidores es de fecha diciembre de 1557; pero la más importante es el pacto de 1580, elaborado por John Craig como consecuencia de los grandes esfuerzos católicos romanos que estaban haciendo para recuperar su dominio sobre Escocia, y la llamó la “Confesión del Rey o Pacto Nacional.”

Al estudiar y entender a los "Pactantes" y sus pactos nacionales, es tambien estudiar a John Knox, amigo y estudiante de el gran Dr. Frances John Calvino. Pero esto será un tema aparte mas adelante. Ninguno que se llame "presbiteriano" puede darse el lujo de no conocer o ignorar el papel crítico que jugo John Knox en la reforma Escocesa, y por consiguiente en los Pactos Nacionales.

Las bases Bíblicas de los Pactos nacionales fueron fundamentadas en las lecturas de Josue 24:25; 2 Samuel 5:3; 2 Samuel 23:3; 2 Reyes 11:17; 2 Crónicas 5:12; 2 Crónicas 34:31, entre otros.

Este artículo no pretende ser exhaustivo, la historia de los Pactantes llena toda un biblioteca con miles de documentos históricos, el propósito aquí es el de poner en la mente del lector, que es imposible conocer que es el Presbiterianismo sin conocer la historia de los Pactantes Escoceses, John Knox, y Calvino."   
De:  "LA HERENCIA PRESBITERIANA  "




BIBLIOGRAFIA:

Del libro de Joel Beeke, "Meet the Puritans" (2007)


 1 Charles Miller, “The Spread of Calvinism in Switzerland, Germany, and France,” in The Rise and Development of Calvinism, ed. John H. Bratt (Grand Rapids: Eerdmans, 1959), 27.

2 For Reformation history, see Owen Chadwick, The Reformation (Harmondsworth, Middlesex: Penguin Books, 1972); Hans J. Hillerbrand, The Reformation: A narrative history related by contemporary observers and participants (Grand Rapids: Baker, 1978) and The Protestant Reformation (New York: Harper Perennial, 2007); Bernard M. G. Reardon, Religious Thought in the Reformation (London: Longman Group, 1981); Lewis William Spitz, The Protestant Reformation, 1517–1559 (New York: Harper & Row, 1985); Andrew Pettegree, The Early Reformation in Europe (Cambridge: Cambridge University Press, 1992) and The Reformation World (London: Routledge, 2000)

For Reformation theology, see Timothy George, Theology of the Reformers (Nashville: Broadman Press, 1988); Carter Lindberg, The Reformation Theologians: An Introduction to Theology in the Early Modern Period ( Oxford: Blackwell, 2002); and David V. N. Bagchi and David Curtis Steinmetz, The Cambridge Companion to Reformation Theology (Cambridge: Cambridge University Press, 2004). For helpful encyclopedias on the Reformation, see Hans Joachim Hillerbrand, ed., The Oxford Encyclopedia of the Reformation, 4 vols. (Oxford: Oxford University Press, 1996), and The Encylopedia of Protestantism, 4 vols. (New York: Routledge, 2004)

For bibliography and research on the Reformation, see Roland H. Bainton and Eric Gritsch, Bibliography of the Continental Reformation, 2 nd ed. (Hamden, Conn.: Archon Books, 1972); Steven E. Ozment, Reformation Europe: A Guide to Research (St. Louis: Center for Reformation Research, 1982); William S. Maltby, Reformation Europe: A Guide to Research II (St. Louis: Center for Reformation Research, 1992) and David M. Whitford, ed., Reformation and Early Modern Europe; a guide to research (Kirksville, Mo.: Truman State University Press, 2008).

For Reformation historiography, see Lewis Spitz, ed., The Reformation: Basic Interpretations (Lexington, Mass.: Heath, 1972).

3 For studies on Waldo and the Waldensians, see Gabriel Audisio, The Waldensian Dissent: Persecution and Survival, ca. 1170–ca. 1570 (Cambridge: Cambridge University Press, 1999); Peter Biller, The Waldenses, 1170–1530: Between a Religious Order and a Church (Aldershot, U.K.: Ashgate, 2001); Euan Cameron, Waldenses: Rejections of Holy Church in Medieval Europe (Oxford: Blackwell, 2000); Giorgio Tourn, et al., You Are My Witnesses: The Waldensians Across 800 Years (Torino: Claudiana, 1989); J. N. Worsfold and B. Tron, Peter Waldo, The Reformer of Lyons: His Life and Labours (London: John F. Shaw, 1880); and J. A. Wylie, The Story of the Waldenses(Altamont, Tenn.: Pilgrim Books, 1995).

4 For books on Wycliffe and the Lollards, see Ellen W. Caughey, John Wycliffe: Herald of the Reformation ( Ulrichsville, Ohio: Barbour Publishing, 2001); G. R. Evans, John Wyclif: Myth & Reality ( Downers Grove, Ill.: IVP Academic, 2005); Anthony John Patrick Kenny, Wyclif in His Times (Oxford: Clarendon Press, 1986); Ian Christopher Levy, A Companion to John Wyclif: Late Medieval Theologian (Leiden: Brill, 2006); G. H. W. Parker, The Morning Star: Wycliffe and the Dawn of the Reformation (Grand Rapids: Eerdmans, 1966); and Fiona Somerset, Jill C. Havens, and Derrick G. Pitard, Lollards and Their Influence in Late Medieval England (Woodbridge, U.K.: Boydell Press, 2003).

5 For books on Hus and the Hussites, see Poggio Bracciolini, The Trial and Burning of John Huss: An Eye- Witness Account (Toronto: Wittenburg Publications, 1991); E. H. Gillett, The Life and Times of John Huss: Or, The Bohemian Reformation of the Fifteenth Century (New York: AMS Press, 1978); The Letters of John Hus (Manchester: University Press, 1972); Matthew Spinka, John Hus, a Biography (Westport, Conn.: Greenwood Press, 1979); and Jarold Knox Zeman, The Hussite Movement and the Reformation in Bohemia, Moravia, and Slovakia (1350–1650): A Bibliographical Study Guide (with Particular Reference to Resources in North America) (Ann Arbor, Mich.: Michigan Slavic Publications, 1977).
6 See Heiko A. Oberman, “Archbishop Thomas Bradwardine: A Fourteenth-Century Augustinian” (Ph.D. dissertation, Utrecht, 1957), and Gordon Leff, Bradwardine and the Pelagians (Cambridge: Cambridge University Press, 1957).


7 See Gordon Leff, Gregory of Rimini(Manchester: Manchester University Press, 1961).

8 For a good study of those who were forerunners of the Reformation together with some of their writings, see Heiko A. Oberman, Forerunners of the Reformation: The Shape of Late Medieval Thought Illustrated by Key Documents, trans. Paul L. Nyhus (New York: Holt, Rinehart, & Winston, 1966).

9 Malcolm Watts, “What is a Reformed Church?” Banner of Sovereign Grace Truth, 16, no. 3 (March 2008): 73.

10 For Luther, see the classic studies by Roland H. Bainton, Here I Stand. A Life of Martin Luther (Nashville: Abingdon Press, 1950); James M. Kittelson, Luther the Reformer (Minneapolis: Augsburg, 1986); and Heiko A. Oberman,Luther: Man Between God and the Devil, trans. Eileen Walliser-Schwarzbart (New Haven: Yale University Press, 1989). For a succinct study, see W. Robert Godfrey, “Martin Luther: German Reformer,” in John D. Woodbridge, ed.,Great Leaders of the Christian Church (Chicago: Moody Press, 1988), 187–196.

11 For Zwingli, see Jaques Courvoisier, Zwingli: A Reformed Theologian (Richmond: John Knox Press, 1963); Gottfried Locher, Zwingli’s Thought: New Perspectives (Leiden: Brill, 1981); G. R. Potter, ed., Huldrych Zwingli (New York: St. Martin’s Press, 1978); Robert C. Walton, “Zwingli: Founding Father of the Reformed Churches,” in Leaders of the Reformation, ed. Richard L. DeMolen (Selinsgrove, Pa.: Susquehanna University Press, 1984), 69–98; and W. P. Stephens, The Theology of Huldrych Zwingli (Oxford: Clarendon Press, 1986) and Zwingli: An Introduction to His Thought (Oxford: Clarendon Press, 1992).
On Bullinger, see especially Cornelis P. Venema, Heinrich Bullinger and the Doctrine of Predestination: Author of “the Other Reformed Tradition”? (Grand Rapids: Baker, 2002). Venema’s work is a response to J. Wayne Baker,Heinrich Bullinger and the Covenant: The Other Reformed Tradition (Athens, Ohio: Ohio University Press, 1980), and Charles S. McCoy and J. Wayne Baker, Fountainhead of Federalism: Heinrich Bullinger and the Covenantal Tradition (Louisville: Westminster/John Knox Press, 1991). The work by McCoy and Baker contains their translation of Bullinger’s A Brief Exposition of the One and Eternal Testament or Covenant of God (1534).

12 For Calvin’s life and ministry, see especially François Wendel, Calvin (New York: Harper & Row, 1963); T. H. L. Parker, Portrait of Calvin ( London: SCM Press. 1954, and John Calvin: A Biography ( Philadelphia: The Westminster Press, 1975); Ronald S. Wallace, Calvin, Geneva and the Reformation (Grand Rapids: Baker, 1988); Timothy George, ed., John Calvin and the Church. A Prism of Reform (Louisville: Westminster/John Knox Press, 1990); and Alister E. McGrath, A Life of John Calvin: A Study in the Shaping of Western Culture (Oxford: Blackwell, 1990).

For an annotated bibliographical guide to Calvin’s vast corpus and material on his life and theology printed prior to 1964, see Lester de Koster, “Living Themes in the Thought of John Calvin: A Bibliographical Study” (Ph.D. dissertation, University of Michigan, 1964). For a bibliography on Calvin and Calvinism since the 1960s, see Peter De Klerk and Paul Field’s annual articles in the Calvin Theological Journal. See also D. Kempff, A Bibliography of Calvinism, 1959–1974 ( Potchefstroom, South Africa: I. A. C., 1975), and Michael Bihary, ed., Bibliographia Calviniana ( Prague: n.p., 2000). The best list of Calvin and Calvinism resources is available from the database of the Henry Meeter Center, Calvin College Library, Grand Rapids, Mich. I wish to thank the staff there for supplying me with a list of 662 books and 6,081 articles on Calvinism, and for their competent and friendly assistance.

13 Only in recent years has Bullinger’s work been recognized as nearly equal in influence to that of Calvin in their own day. See especially Pamela Biel, Doorkeepers at the House of Righteousness: Heinrich Bullinger and the Zurich Clergy, 1535–1575 (Bern: Peter Lang, 1991); Thomas Harding, ed., The Decades of Henry Bullinger, 4 vols. in 2, intro. George Ella and Joel R. Beeke ( Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2004); Bruce Gordon and Emidio Campi, ed., Architect of Reformation: An Introduction to Heinrich Bullinger, 1504–1575 ( Grand Rapids: Baker, 2004); and George Ella, Henry Bullinger ( Eggleston, England: Go Publications, 2007).

14 See Michael Rogness, Philip Melanchthon: Reformer Without Honor (Minneapolis: Augsburg, 1969), and Karin Maag, ed., Melanchthon in Europe: His Work and Influence Beyond Wittenberg(Carlisle, U.K.: Paternoster, 1999).

15 For a summary of the Reformed church in Germany, see R. W. Scribner, The German Reformation (London: Macmillan, 1986), nd James N. Hardin and Max Reinhart, German Writers of the Renaissance and Reformation, 1280–1580 (Detroit: Gale Research, 1997).

16 See Laszló Ravasz et al., Hungarian Protestantism (Budapest: Sylvester Nyomda, 1927); Imre Révész, History of the Hungarian Reformed Church, ed. G. N. Knight (Washington: Hungarian Reformed Federation, 1956); Gyula Combos, The Lean Years: A Study of Hungarian Calvinism in Crisis (New York: Kossuth Foundation, 1960); Alexander Sándor Unghváry, The Hungarian Protestant Reformation in the Sixteenth Century (New York: Edwin Mellen Press, 1990); and Graeme Murdock, Calvinism on the Frontier 1600–1660: International Calvinism and the Reformed Church in Hungary and Transylvania (Oxford: Clarendon Press, 2000).

17 For a summary of the Reformed church in the Netherlands, see Maurice G. Hansen, The Reformed Church in the Netherlands (New York: Board of Publication of the RCA, 1884); Jerry D. van der Veen, “Adoption of Calvinism in the Reformed Church in the Netherlands” (B.S.T. thesis, Biblical Seminary in New York, 1951); Walter Lagerway, “The History of Calvinism in the Netherlands,” in The Rise and Development of Calvinism, ed. John Bratt (Grand Rapids: Eerdmans, 1959).

18 For English secondary sources on the Dutch Further Reformation, see F. Ernest Stoeffler, The Rise of Evangelical Pietism (Leiden: Brill, 1973); Cornelius Pronk, “The Dutch Puritans,” The Banner of Truth, nos. 154–155 (July–Aug. 1976): 1–10; Martin H. Prozesky, “The Emergence of Dutch Pietism,” Journal of Ecclesiastical History, no. 28 (1977): 29–37; Jonathan Neil Gerstner, The Thousand Generation Covenant: Dutch Reformed Covenant Theology and Group Identity in Colonial South Africa, 1652–1814 (Leiden: Brill, 1991); Fred Van Lieburg, “From Pure Church to Pious Culture: The Further Reformation in the Seventeenth-Century Dutch epublic,” n Later Calvinism: International Perspectives, ed. W. Fred Graham (Kirksville, Mo.: Sixteenth Century Journal Publishers, 1994), 09–430; Arie de Reuver, Sweet Communion: Trajectories of Spirituality from the Middle Ages through the Further Reformation, trans. James A. de Jong (Grand Rapids: Baker Academic, 2007);

19 See Jean Taffin, The Marks of God’s Children, trans. Peter Y. de Jong, ed. James A. de Jong (Grand Rapids: Baker, 2003); Willem Teellinck, The Path of True Godliness, trans. Annemie Godbehere, ed. Joel R. Beeke (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2007); and Alexander Comrie, The ABC of Faith, trans. J. Marcus Banfield (Ossett, West Yorkshire: Zoar Publications, 1978).

20 For the spread of Calvinism in France, see especially Jean-Marc Berthoud, “John Calvin and the Spread of the Gospel in France,” in Fulfilling the Great Commission (London: The Westminster Conference, 1992), 1–53; W. Stanford Reid, “Calvin’s Geneva: A Missionary Centre,” The Reformed Theological Review, 42, no. 3 (Sept.–Dec. 1983): 65–74; and Mack P. Holt, Renaissance and Reformation France, 1500–1648 (Oxford: Oxford University Press, 2002).

21 See Philip Conner, Huguenot Heartland: Montauban and Southern French Calvinism during the Wars of Religion ( Aldershot, England: Ashgate, 2002).

22 For the writings of Knox, see David Laing, ed., The Works of John Knox, 6 vols. (Edinburgh: J. Thin, 1895). For Knox’s life and ministry, see Thomas M’Crie, The Life of John Knox (Philadelphia: Wm. S. Young, 1842); W. Stanford Reid, Trumpeter of God: A Biography of John Knox (New York: Charles Scribner’s Sons, 1974); Richard L. Greaves, Theology and Revolution in the Scottish Reformation: Studies in the Thought of John Knox (Grand Rapids: Christian University Press, 1980).

23 For a history of the Reformation in England, see W. H. Beckett, The English Reformation of the Sixteenth Century: With Chapters on Monastic England and the Wycliffite Reformation (London: Religious Tract Society, 1890); Charles Davis Cremeans, The Reception of Calvinistic Thought in England (Urbana, Ill.: University of Illinois Press, 1949); Gordon Crosse, A Short History of the English Reformation (New York: Morehouse Gorham Co., 1950); Merle d’Aubigné, The Reformation in England, 2 vols. (London: Banner of Truth Trust, 1962); and Rosemary O’Day, The Debate on the English Reformation (London: Methuen, 1986).

24 J. I. Packer, An Anglican to Remember—William Perkins: Puritan Popularizer (London: St. Antholin’s, 1996), 1–2.

25 For sources that will introduce you to the Puritans, their Calvinistic theology, and their lifestyle, see Martyn Lloyd-Jones, The Puritans: Their Origins and Successors (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1987); J. I. Packer, A Quest for Godliness: The Puritan Vision of the Christian Life (Wheaton, Ill.: Crossway, 1990); Leland Ryken, Worldly Saints: The Puritans as They Really Were (Grand Rapids: Zondervan, 1990); Benjamin Brook, The Lives of the Puritans, 3 vols. (Morgan, Pa.: Soli Deo Gloria, 1994); Ralph Martin, A Guide to the Puritans (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1997); Peter Lewis, The Genius of Puritanism (Morgan, Pa.: Soli Deo Gloria, 1997); Erroll Hulse, Who are the Puritans? And what do they teach? ( Darlington, England: Evangelical Press, 2000); Kelly M. Kapic and Randall C. Gleason, eds., The Devoted Life: An Invitation to the Puritan Classics ( Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 2004); Joel R. Beeke and Randall J. Pederson, Meet the Puritans, with a Guide to Modern Reprints (Grand Rapids: Reformation Heritage Books, 2006); Francis J. Bremer and Tom Webster, eds., Puritans and Puritanism in Europe and America: A Comprehensive Encyclopedia, 2 vols. ( Santa Barbara, Calif.: ABC CIIO, 2006); and Charles Pastoor and Galen K. Johnson, Historical Dictionary of the Puritans (Lanham, Md.: Scarecrow Press, 2007).

26 For New England Puritanism, see Andrew Delbanco, The Puritan Ordeal (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1989); David Hall, Worlds of Wonder, Days of Judgment: Popular Religious Belief in Early New England(Cambridge: Harvard University Press, 1989); Charles E. Hambrick-Stowe, The Practice of Piety: Puritan Devotional Disciplines in Seventeenth-Century New England (Chapel Hill, N.C.: University of North Carolina Press, 1982); Perry Miller, The New England Mind: From Colony to Province (Cambridge: Harvard University Press, 1939) and The New England Mind: The Seventeenth Century (Cambridge: Harvard University Press, 1953); Darrett Rutman,American Puritanism: Faith and Practice (Philadelphia: Lippincott, 1970); Alden T. Vaughan and Francis J. Bremer, eds., Puritan New England: Essays on Religion, Society, and Culture (New York: St. Martin’s Press, 1977); and Larzer Ziff, Puritanism In America: New Culture In A New World (New York: Viking Press, 1973).

27 See William Bradford, Of Plymouth Plantation, 1620–1647, ed. Samuel Eliot Morison, 2 vols. (New York: Russell and Russell, 1968), and George F. Willison, Saints and Strangers (Reynal and Hitchcock, 1945).

28 John Gerstner, “American Calvinism until the Twentieth Century,” in American Calvinism, ed. Jacob T. Hoogstra (Grand Rapids: Eerdmans, 1957), 16.

29 John H. Bratt, The Rise and Development of Calvinism (Grand Rapids: Eerdmans, 1959), 114–122.
30 For the advance of Calvinism during the sixteenth and seventeenth centuries, see John T. McNeill, The History and Character of Calvinism (New York: Oxford University Press, 1954), 235–350; W. Stanford Reid, ed., John Calvin: His Influence in the Western World (Grand Rapids: Zondervan, 1982); Menna Prestwich, ed., International Calvinism 1541–1715 (Oxford: Clarendon Press, 1985); and Alastair Duke, Gillian Lewis, and Andrew Pettegree, trans. and eds., Calvinism in Europe, 1540–1620: A collection of documents (Cambridge: Cambridge University Press, 1996). See also Richard Gamble, ed., Articles on Calvin and Calvinism, 14 vols. (New York: Garland, 1992).

31 For a brief historical summary of these confessions, see the next chapter.

32 For his systematic theology in English, see Francis Turretin, Institutes of Elenctic Theology, trans. George Musgrave Giger, ed. James T. Dennison Jr., 3 vols. (Phillipsburg, N.J.: P&R, 1992–1997).

33 Cf. John Calvin, Institutes of the Christian Religion (hereafter, Inst.), ed. John T. McNeill, trans. Ford Lewis Battles (Philadelphia: Westminster Press, 1960), 3.24.7–11.

34 Quoted in Bratt, The Rise and Development of Calvinism, 134–135.

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